Muchas de las consultas que atiendo hacen referencia a un episodio bastante desagradable que acontece en la mitad de la noche. Este episodio es descrito por un despertar repentino, sin motivo aparente, en el cual el niño que lo protagoniza muestra un comportamiento que generaa desconcierto y miedo a partes iguales en las familias. Los niños durante este episodio rompen a llorar, gritan, e incluso se muestran algo agresivos o evitativos ante la atención de su papá o su mamá. Curiosamente parece que pasado unos minutos, vuelven a quedarse dormidos como si nada, mientras el papá o la mamá quedan expectantes, asustados y sobre todo, desconcertados preguntándose ¿Qué ha pasado? ¿Qué es esto?¿Cómo lo gestiono?¿Es normal?
Si te suena de algo lo que te describo sabrás de sobra las sensaciones que te transmiten este tipo de episodios y sobre todo teniendo en cuenta que quien parece estar pasándolo fatal es lo más importante para ti, tu hijo/a. No obstante, puedes deshacerte de esa preocupación, ya que todo apunta a que tenemos entre manos un fenómeno realmente común: los terrores nocturnos.
Los terrores nocturnos son episodios recurrentes de despertares bruscos que se producen generalmente durante las primeras partes de la noche. Los episodios suelen comenzar con gritos de angustia y terror. Cuando acudimos a asistirle, podemos ver como muestra signos de miedo, activación, sudoración y agitación. No obstante, suele ser muy complicado despertarle y a la mañana siguiente no recuerdan nada de lo acontecido durante la noche. Incluso, aunque hagamos esfuerzos para tranquilizarle y sosegarle, la agitación y el terror siguen presentes durante el episodio.
Los terrores nocturnos suelen aparecer en el 6% de los niños, sobre todo en edades comprendidas entre los 3 y los 12 años, siendo más frecuentes a los 3 años. Son un fenómeno normal y que suelen remitir de manera espontánea, sin acarrear ningún tipo de secuelas o interferencia en la calidad de vida o el bienestar del niño.
¿Qué podemos hacer ante los terrores nocturnos?
Lo único que podemos hacer es acercarnos de forma sosegada, tranquila y pausada y estar presentes durante el episodio intentando calmar en la medida de lo posible a nuestro hijo y retirarnos cuando consiga volverse a dormir. Aunque cabe destacar que debido al nivel de profundidad del sueño, las interacciones que tengamos realmente no se procesarán de forma total, por lo que no debemos preocuparnos si no nos responde, ni tampoco por el miedo que pueda sentir nuestro hijo o el malestar que le pueda causar este episodio, ya que es un fenómeno común y que remite espontáneamente.
El entorno influye
La ansiedad, los cambios de rutina, los problemas en el colegio o alguna discusión que haya sufrido con un hermano o un amiguito influye en su nivel de activación, en sus niveles de cortisol y consecuentemente en su sueño. Por este motivo, si nuestro hijo se encuentra en un periodo de alto estrés o bien ha tenido algún día más complicado de lo habitual, es normal que podamos observar este tipo de episodios con mayor frecuencia. No obstante, la mayoría de casos de terrores nocturnos acontecen sin más, sin que exista ninguna situación ansiógena ni ningún motivo aparente.
¿El terror nocturno es lo mismo que la pesadilla?
No, la pesadilla y el terror nocturno son dos cosas diferentes. La pesadilla acontece en una fase del sueño diferente a la fase en la que aparece el terror nocturno, ya que cuando dormimos, pasamos por diferentes fases:
- Fase 1: Esta fase es una fase de transición entre la vigilia y el sueño, suele durar unos 7 minutos y es fácil que se vea interrumpida.
-Fase 2: Esta fase es algo más profunda que la fase 1, es más complicado despertar y es una fase en la cual nos solemos encontrar cuando nos echamos una siesta de unos 15 minutos.
-Fase 3: En esta fase que dura unos 3 minutos se produce la transición a la fase profunda del sueño.
-Fase 4: Llegamos a la fase más profunda del sueño, las ondas cerebrales son más amplias y lentas, suele durar unos 20 minutos y es la fase en la que se da el sueño reparador más eficaz. Durante esta fase es cuando acontece el terror nocturno, por este motivo, es tan complicado despertar a un niño en pleno episodio y además, por esta razón no recuerda nada del episodio.
-Fase REM: En la fase REM es en la que acontecen los sueños y también las pesadillas. Los movimientos oculares de lado a lado la caracterizan, de ahí su nombre (Rapid Eye Movements). En el caso de las pesadillas, el niño se despierta y recuerda el contenido de la pesadilla, por ejemplo que un monstruo aparecía y se lo quería llevar o que su mascota se escapaba, se perdía y no la encontraba.
¿Cómo diferencio la pesadilla del terror nocturno?
En el terror nocturno, el despertar es brusco, nuestro hijo muestra signos de agitación evidentes, sudoración e incluso gritan con mucha intensidad.
En las pesadillas el despertar no suele ser tan brusco, en lugar de gritar suele existir llanto de forma gradual y el niño que lo padece primero suele llamar a su papá o su mamá.
En el terror nocturno es muy difícil despertar a nuestro hijo, no nos responde, está desorientado y además a la mañana siguiente no recuerda nada de lo ocurrido.
En las pesadillas nuestro hijo está orientado y despierto, recuerda el contenido de la pesadilla y responde adecuadamente a lo que le preguntamos.
¿Influye los terrores nocturnos en la salud mental y la calidad de vida de mi hijo/a?
Aunque pueda parecer por la intensidad del episodio y la conducta mostrada por parte de nuestro hijo que el terror nocturno pueda tener consecuencias en la salud mental, éstos no están asociados a ningún problema de salud mental ni tampoco a un empeoramiento de otras dimensiones de la salud ni de la calidad de vida de los niños que lo muestran.
Los terrores nocturnos suelen remitir de manera espontánea, no obstante, es importante saber identificarlos adecuadamente y acudir a un especialista en el caso en el que los episodios se den con mucha frecuencia en la noche y casi todos los días de la semana, si interfieren en exceso con el sueño reparador y genera cansancio excesivo al día siguiente o bien si se mantienen a lo largo de varios meses o años.
Ya hemos visto cómo los terrores nocturnos son un fenómeno común, sobre todo en la etapa de los 3-4 años, no son lo mismo que una pesadilla y remiten de forma espontánea.
Espero que aprendas a identificarlos y a gestionarlos, pero sobre todo ten en cuenta que son una parte más del desarrollo de tu hijo/a.
Esperamos serviros de ayuda, os esperamos en próximas entregas con mucho más contenido.
¡Buenas noches!
Referencias:
Aldana, A., Domínguez, G. C. S., Irala, E., & Rodas, N. (2006). Trastornos del sueño: prevalencia en población pediátrica en edad preescolar y escolar de área urbana. Pediatría (Asunción), 33(1), 20-25.
Morales, E. M., & de Vaca, P. M. N. C. (2004). Tratamientos psicológicos de las pesadillas: una revisión. International journal of psychology and psychological therapy, 4(1), 11-36.
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